Dear Governor Landry:
As fellow Catholics, we urge you to stop the executions of Darrell Draughn (scheduled for May 28th) and Marcus Reed (June 4th) and the scheduling of all future executions in the State of Louisiana. We stand with our Louisiana Bishops who oppose the death penalty in our State. We believe these executions are inconsistent with the teachings of the Church since they are an attack on the sacredness and the dignity of the human person. As St. John Paul II observed, this dignity endures when one commits a serious crime or even murder. This plea is also based on our belief in eternal life, in God’s desire to save every person, and of every human’s viability of redemption. Through these executions man cuts short the work that the Holy Spirit can do.
Our diocesan prison ministry volunteers witness this life changing action of the Holy Spirit in many of our incarcerated and death row prisoners in every visit and retreat in our prisons and jails.
We also know that the criminal justice system is a human system and is therefore, fallible. In Louisiana, since 1989, there have been 94 acquittals of people convicted of violent crimes, including 49 accused of murder and 11 death row prisoners (reportedly, among the highest in the country). Nationwide, the numbers are even more staggering with thousands of acquittals. We recognize and support your duty and that of other public authorities to inflict punishment to correct the guilty party, protect our safety, and ensure public order. But we believe that these ends are achieved through the systems of detention and incarceration that now exist in our State, and that therefore, the possibility of executing an innocent person is not justified and should be prevented.
We seek to build a culture of life in Louisiana. That begins with the recognition that every human life comes from God and only God should determine when that life ends. We urge you again to stop these executions.
Sincerely,
Your brothers and sisters in Christ
Estimado Gobernador Landry:
Como católicos, le instamos a detener las ejecuciones de Darrell Draughn (programada para el 28 de mayo) y Marcus Reed (4 de junio), así como la programación de todas las ejecuciones futuras en el estado de Louisiana. Apoyamos a nuestros obispos de Luisiana que están opuestos a la pena de muerte en nuestro estado. Creemos que estas ejecuciones son incompatibles con las enseñanzas de la Iglesia, ya que atentan contra la santidad y la dignidad de la persona humana. Como observó San Juan Pablo II, esta dignidad perdura cuando se comete un delito grave o incluso un asesinato. Esta súplica también se basa en nuestra creencia en la vida eterna, en el deseo de Dios de salvar a cada persona y en la posibilidad de la redención de cada ser humano. Mediante estas ejecuciones, el hombre elimina la obra que el Espíritu Santo puede realizar.
Los voluntarios del ministerio de las prisiones de nuestra diócesis presencian el cambio en los prisioneros y los condenados a muerte a través de la acción del Espíritu Santo en cada visita y retiro en las cárceles.
También sabemos que el sistema de justicia penal es un sistema humano y, por lo tanto, falible. En Louisiana, desde 1989, se han absuelto 94 personas condenadas por delitos violentos, incluyendo 49 acusados de asesinato y 11 condenados a muerte. A nivel nacional, las cifras son aún más alarmantes, con miles de absoluciones. Reconocemos y apoyamos su deber y el de otras autoridades de infligir castigo para corregir al culpable, proteger nuestra seguridad y garantizar el orden público. Sin embargo, creemos que estos fines se logran mediante los sistemas de detención y encarcelamiento que existen actualmente en nuestro estado y que, por lo tanto, la posibilidad de ejecutar a una persona inocente no está justificada y debe evitarse.
Queremos construir una cultura pro-vida en Louisiana. Esto comienza con el reconocimiento de que toda vida humana proviene de Dios y solo Dios debe determinar cuándo termina. Le pedimos nuevamente con urgencia detener estas ejecuciones.
Atentamente,
Sus hermanos y hermanas en Cristo